Es práctica habitual entre los bancos retribuir con el pago en efectivo a los clientes que suscriban cualquier imposición a plazo. Pero no la única, ya que en la actual oferta de estos productos destinados para el ahorro van apareciendo depósitos cuya remuneración se efectúa en especie. A través de una serie de regalos, que van en función de las cantidades aportadas, y de los plazos de permanencia, y que abarcan desde ordenadores, hasta los aparatos de última generación tecnológica.
Si bien no es una estrategia frecuente entre las entidades de créditos, algunas de ellas han diseñado modelos que contemplan esta característica. Pero no es un regalo propiamente dicho, sino que es el equivalente a la rentabilidad generada por el depósito. Y que a través de obsequios muy sugerentes y atractivos tratan de convencer a los usuarios sobre la idoneidad de la propuesta.
Se trata de elegir, entre una cantidad, más bien poco atractiva, y un regalo que pueda generar gran ilusión entre los impositores. Aunque al final, el valor sea el mismo. Otra ventaja de esta estrategia comercial consiste, en que los regalos serán recibidos durante el proceso de formalización. A cambio, de no estar permitida su cancelación, parcial o totalmente, ni tan siquiera bajo ninguna penalización. Es el único requisito que habrá que cumplir para aceptar sus condiciones.
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