Las cuentas nóminas no tienen que limitarse necesariamente a los salarios de los trabajadores. Sino que se abren también a las pensiones que reciben los jubilados a través de un pequeño cambio de denominación al comercializarse como cuentas pensión. Su finalidad y estructura es básicamente la misma, con una serie de importantes ventajas para sus titulares.
En el caso de los jubilados, se le añade la posibilidad de que les adelanten su pensión, con una cierta anticipación, al recibirla en torno al día 25 de cada mes. A diferencia de las vinculaciones con la nómina, en este caso, no requieren de un importe mínimo, sino que por el contrario, valen todas, desde las más altas a las menos competitivas.
Por lo demás, incorporan similares servicios y prestaciones, en donde destacan, la posibilidad de acceder a créditos en condiciones preferentes, eliminación de toda clase de comisiones, obtención de tarjetas de forma gratuita, e incluso optar a la contratación de otros productos bancarios en mejores condiciones. No en vano, el ahorro que pueden conseguir los abuelos españoles va más allá de la exención de los gastos administrativos o de gestión. Sin que sea necesario vincular la cuenta pensión con otros productos (fondos de inversión, tarjetas, depósitos a plazo, etc.).